lunes, 19 de abril de 2010

Una más sobre la crisis financiera...

Los siglos se suceden y la Humanidad ha hecho grandes avances en todos los campos: Manejamos el entorno a nuestro antojo; la esperanza de vida aumenta a pasos agigantados en los países desarrollados... y cada vez dejamos más de lado nuestra naturaleza humana. Esto último quizás haya roto los esquemas al no seguir con la línea de avances señalados pero, amigos en esta nube de bytes, con esta entrada se inagura un espacio en el que se espera no ofender a nadie porque el primer ofendido sería quien subscribe estas palabras. Se pretende con estas líneas socavar los pilares de lo que parece inamovible y hacer tambalear lo que damos por hecho sencillamente porque no nos hemos parado un momento a pensar si lo que ha estado ahí siempre realmente tiene un sentido.

En este caso vamos a intentar centrar el tema en los problemas que se han instaurado en nuestra sociedad... y que de una forma tan brutal se ha puesto a prueba en los últimos años con la crisis que todavía se respira en el ambiente y que quema los pulmones como la ceniza del volcán Eyjafjallajokul (quien inventó esto del copiar y pegar se merece un premio Nobel).

El caso español bien merece ser estudiado: Mucho se ha hablado, de multitud de fuentes y con críticas que, en algunos casos, han sido despiadadas. Lo cierto es no creo que la cadena de despropósitos que ha llevado a la economía española a ser el farolillo rojo de las potencias de la Eurozona comenzara, como parece reinar en el ambiente, con la negación de una desaceleración del crecimiento que derivó en una severa contracción de la actividad económica. Más bien creo que pagamos en estos momentos la factura de un crecimiento desmedido en los sectores de la construcción y financiero... ¿son plausibles los crecimientos anuales superiores al 10% acumulativos experimentados en la última década? Quizás esta pregunta podría responderla cualquier gerente de una PYME en un país en el que el estas empresas representan el 99'86% del total de empresas censadas (según el Retrato de las PYME 2009, Subdirección General de Fomento Empresarial). Estas tasas de crecimiento son más propias de sectores de nuevas tecnologías que de los señalados anteriormente.

Llama la atención sobre todo los crecimientos del sector financiero por dos razones: España es uno de los países con el índice de bancarización más alto del mundo (96%, si quieren establecer una comparación únicamente señalar que, en algunos países latinoamericanos, el mismo índice no supera el 20%). Ésto nos lleva a pensar que el crecimiento nacional (espero que nadie se ofusque por el uso del término nación) de las entidades financieras debiera poder explicarse por tres variables: crecimiento demográfico, concentración sectorial  y mejora tecnológica. Respecto al crecimiento demográfico cabe decir que, en la última década, el crecimiento anualizado ha sido inferior al 3%... así que tenemos una parte importante del 10% de crecimiento acumulado que debemos explicar por los otros dos factores señalados pero, ups, vemos que la última concentración importante a nivel nacional fue la fusión del Banco de Santander con el Banco Central Hispano, que podemos fechar en 1999. Así pues debemos creer que el peso del crecimiento tampoco ha sido decisivo y eso nos deja como factor determinante la mejora tecnológica.

Bien, hasta aquí parece que las cifras podrían explicar el crecimiento del sector financiero en nuestro país... ahora bien, queda un aspecto por someter a consideración y no es un tema baladí: a mi juicio no llama tanto la atención el crecimiento del sector como la escasa disparidad intrasectorial en las cifras en el período de bonanza que antecedió a la crisis. ¿Es posible que todas las entidades pudieran mantener tasas de crecimiento sostenidas? Difícil de creer... aunque éste es el principio del hilo que ha deshecho la madeja y ha dejado a España en una situación de extrema vulnerabilidad frente a nuestros homólogos. Todo el mundo ha querido participar del crecimiento de los últimos años y la política presupuestaria impuesta por las entidades no ha introducido lo que los catalanes denominan seny, un término que se podría circunscribir al sentido común, aunque la acepción va más allá (ya saben los lectores que los catalanes somos famosos por nuestra cicatería y por internacionalizar aquello de que el Barça es més que un Club) y  supone establecer cordura, cordura que ha desaparecido en la política presupuestaria de entidades financieras que se han lanzado a crecer a cualquier precio, obviando los desequilibrios que pudieran derivarse y que se minimizaron durante años por una coyuntura de empleo y de tipos de interés favorables (como nota para el lector, y según el Banco de España, el tipo hipotecario en 1990 estaba en el 15%, mientras podemos encontrarlo en la actualidad en torno al 2%). Estos factores han provocado que el sector bancario haya asumido unos crecimientos en su cartera de activos que no han sido acompañados por los crecimientos de sus pasivos de clientes, y éste ha sido el verdadero talón de Aquiles de las entidades españolas y que han llevado a algunas de ellas a problemas de liquidez al poner en manos de la financiación mayorista internacional una parte importante del crecimiento del balance, problemas que se pusieron encima de la mesa tras la caída de Lehman Brothers en 2008 y el cierre hermético de los mercados mayoristas, situación que llevó a las entidades a nivel mundial a no poder financiar el crédito otorgado y que obligó a las distintas potencias económicas a coordinar e instrumentar políticas a nivel mundial que, con la perspectiva que nos da el tiempo, se nos antojan ahora certeras.

Muchas opiniones se han vertido sobre cada uno de los aspectos señalados en estos párrafos, espero poder contar con vuestro punto de vista a fin de poder entrelazar más entradas que sirvan como elemento cohesionador de una pluralidad de puntos de vista que pueda enriquecernos.

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