martes, 28 de diciembre de 2010

Bulimia informativa

Más de un trimestre sin escribir nada. ¿El motivo? Necesitaba hacer una cura de reposo informativa y, hasta que he tenido un período vacacional, esto no ha sido posible. ¿La razón? Saturación informativa; la ingesta de información ha sido tan grande y tan desinformativa para mí que he preferido hacer una sanación dado que cuanta más información leía (oía, veía, etc.) más ansiaba tener. Ésto ha provocado una necesidad de regurgitar lo que estaba todavía sin digerir para afrontar una nueva andanada informativa. El resultado ha sido el equivalente cerebral al peor dolor de estómago que se pueda soportar y me llevó a tomar la decisión durante el período vacacional que estoy disfrutando de digerir más despacio y seleccionar más las fuentes de información.

¿La amalgama resultante? Sigo, como el común de los mortales, sin entender nada de lo que acontece hoy día en el panorama político. Me he despertado hoy con la noticia de una subida del recibo de la luz para el año que estamos a punto de estrenar de más de un 9%. Ya está que todo en esta vida se puede relativizar, y que todos podemos utilizar las cifras para argumentar una posición para, a continuación, argumentar lo contrario. Lo cierto es que, como economista, no puedo echar la primera piedra sobre esta situación pero lo que sí pido es que las cifras en política tengan el tope de la integridad de los ideales de cada partido.

¿Por qué digo esto? básicamente porque me duele que un partido "obrero" haya hecho la batería de recortes más abultados de este siglo (aprovecharemos que el siglo comenzó hace una década). Yo, que soy muy dado a las expresiones costumbristas, he de citar una muy mallorquina que se da cuando alguien muestra sus carencias de forma tajante. En la isla decimos "és que no en sap més" (es que no sabe más). De nuestro presidente podríamos decir lo mismo.

¿A dónde nos lleva el escrito? A que, cuando el año pasado ya se vio que el proceso de salir del pozo sería lento y doloroso, ya se entreveía que la ley del péndulo actuaría y pasaríamos de una época de inversiones con tasas de retorno negativas (esos maravillosos carriles bici tardarán mucho a dar fruto) a una época en que se tendrían que sacrificar inversiones productivas por falta de financiación. Lo que no se esperaba un servidor es que éste movimiento lo hiciera el partido "obrero" en lugar de entonar un "no en sé més" (no sé más) y dejara las manos libres a un sucesor validado en unas primarias aceleradas.

Lo que hizo (por inacción) nuestro presidente pasará factura a la generación actual durante muchos años, muchos más que los dos que van a retrasar nuestra edad de jubilación; pero lo más grave es, una vez metidos en el hoyo, las acciones que está tomando y que pasarán factura a su propio partido político y, créanme, con esto perdemos todos dado que unos partidos fuertes e íntegros es lo que necesita nuestro país para generar el debate de ideas que se requiere hoy día.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Doctor, ¿por qué me afeitan las ingles cuando me pincha el corazón?

Acostumbrado ya a lo tedioso que son mis escritos he decidido darle un titular que captara la atención, ahora lo único que tengo que hacer es que el título quede en el subconsciente y navegue de neurona en neurona (antes solía decir que iba por el tejido neuronal, pero recientemente me han abierto los ojos y me han demostrado que las neuronas no conforman tal tejido). Así que intentaré ser  breve exponiendo lo que desarrollaré a continuación. Una aportación a la anterior entrada en el Blog preguntaba si lo que se está haciendo hoy en día a nivel de política económica nacional adolece de una buena ejecución o si, de otro lado, como reza el titular de la entrada, no se está viendo la verdadera naturaleza de la crisis y se está atendiendo al paciente sin tener en cuenta que (siguiendo con el símil hospitalario) lo que hay por ahí es un virus a nivel planetario.

Vamos a estrenarnos hablando de la Unión Monetaria Europea (UME). Al ser miembro de pleno derecho de la Unión (monetaria, recordémoslo porque es importante) se adoptó la moneda única, el Euro. Éste paso que pudiera pacer tan sutil tiene importantes consecuencias y es aquí donde entramos ya en materia: Un país, para articular medidas económicas, dispone de herramientas que podemos clasificar en dos grupos: medidas monetarias y medidas fiscales. Veamos un pequeño ejemplo de cada una de ellas:
  • Medida Monetaria: La más ortodoxa es establecer los tipos de interés de un país en un nivel determinado. ¿Por qué? Pues porque en los momentos del ciclo económico en los que todo parece ir bien parecería sensato pensar que hay que frenar un poco las cosas. Pongamos de ejemplo un carromato con caballos (sí, son demasiadas las películas del Oeste que servidor ha visto); en momentos en los que se va a la carrera la estabilidad del carromato corre peligro, sobre todo si hay algún bache o curva en el camino, por eso sería deseable poder frenar a los caballos. Volviendo a los tipos de interés eso se lograría estableciéndolos en niveles elevados, en donde la actividad económica se ralentizaría ante la dificultad de financiar oportunidades de inversión. Por contra, si lo que buscamos es acelerar el crecimiento económico parecería sensato establecer los tipos de interés en niveles más bajos para incentivar el crédito y animar a los agentes a invertir.
  • Medida Fiscal: Cada vez que cae una hoja del calendario y recibimos el sueldo la alegría nos dura lo que tardan en llegarnos los apuntes de los servicios básicos que consumimos: luz, agua, gas, teléfono, alquiler (o hipoteca). Pensándolo bien es normal que las entidades financieras estén demonizadas hoy día dado que han tomado el papel del antiguo cobrador que iba de casa en casa haciendo efectivos los recibos... el peor de ellos el de "los muertos" (el seguro de decesos). Pues bien, volviendo al hilo conductor del escrito las políticas fiscales incidirían aquí en aumentar o disminuir la renta disponible a fin de penalizar el consumo o de fomentarlo. Así, medidas como bajar el Impuesto sobre la Renta o el Impuesto sobre el Consumo (IVA) nos permitirían disponer de más dinero cada principio de mes para consumir (o para invertir, o para ahorrar).
   Una vez que hemos visto qué podemos hacer para animar la economía ahora viene el análisis de lo que se ha hecho: ¿bajar las retenciones del IRPF? no sirvió porque no fuimos conscientes de que teníamos más poder adquisitivo. ¿Hacer infraestructuras sin control como los carriles bici? Más valía que nos hubieran comprado bicicletas a todos para poder aprovecharlas. A mi juicio ha fallado el análisis de cómo hemos llegado hasta aquí: durante una década el crecimiento de nuestro país no ha tenido comparación entre sus homólogos europeos, pero ya hemos dicho que cuanto mayor es el crecimiento más patentes se hacen las debilidades ante cambios bruscos... y voilà, el carromato de la economía española volcó ante el bache que supuso la crisis inmobiliaria. Lo peor de todo esto es que hemos volcado sobre un lodazal sobre el que si nos movemos rápido lo único que hacemos es hundirnos más. Tal y como lo veo yo una situación a la que se ha llegado én una década no la podemos salvar en uno ni en dos ni en tres años. Es más, si lo que queremos es prevenir que se repita por las mismas circunstacias deberemos de hacer que cambie todo el marco económico que ha permitido que esto ocurra. Como bien dice un amigo mío que tiene mucho de sentido común (que, como ya sabéis, es el menos común de los sentidos), cambiar un modelo productivo supone invertir ahora en formación, y no podremos reciclar todo el capital humano; dentro de unos años en infraestructuras al efecto... y, si todo va bien, en una generación habremos podido cambiar el modelo. Ahora bien, ¿cómo puede hacerse eso con un período electoral cada cuatro años y con el sentido de visión de futuro que tienen nuestros dirigentes?  Se admiten apuestas (y no vale poner velas a Santa Rita).

jueves, 12 de agosto de 2010

¿Dar de comer o quedar bien en los Presupuestos?

Ahora hace buen tiempo y los días son largos... ¿Quién no ha tenido ganas de coger todos los libros y apuntes de sus estudios y hacer una barcacoa con ellos? Máxime cuando se ve cómo lo estudiado no cuadra con la realidad que nos rodea. En esta tesitura me encuentro desde hace un par de años y por dos razones totalmente antagónicas: La primera fue la inyección de dinero a espuertas que hizo el gobierno español con el objetivo de compensar la bajada de la actividad privada; se instrumentaron diversas medidas que se han demostrado, como poco, no demasiado eficientes... máxime cuando la actividad empresarial no se recuperó y, en cambio, el agujero causado en las cuentas del Estado nos ha llevado una situación totalmente antagónica en la que la prioridad ya no es favorecer el crecimiento si no restablecer el equilibrio presupuestario.


Respecto a lo expuesto en el párrafo anterior cabe decir que, desde una perspectiva económica keynesiana (en la que el Estado asume un papel activo en la dinamización de la economía), la asunción de un determinado nivel de deuda para reanimar una economía maltrecha cuadra con los esquemas predefinidos... el problema es ejecutar programas eficientes que hagan que el dinero circule y pueda crear empleo estable que propicie el consumo responsable. La ortodoxia económica nos dice que la proporción de consumo es mayor en el segmento de rentas bajas, esto es, no por tener más gastamos más. Si esto es así parece que el caballo de batalla es elevar la renta disponible de este segmento dado que serán los más proclives a gastar más (o, simplemente, a llegar a final de mes sin tirar de la tarjeta de crédito).

Llegados a este punto nos toca ahora examinar alguno de los programas llevados a cabo en estos últimos años y enfrentarlos a nuestro sentido común:
  • Cheque bebé: No descubriremos nada nuevo si decimos que los 2500 euros con los que viene cada recién nacido bajo el brazo no van a servir para que el bebé se independice económicamente de sus progenitores, pero a partir de determinados niveles de renta de la pareja en estado de buena esperanza no parece que esta asignación sea de lo más eficiente.
  • Los Euros virtuales: La decisión del Ejecutivo de "regalar" 400 euros a los asalariados no parecía una mala medida aunque, como en el caso anterior, el hecho de hacerlo extensivo al conjunto de rentas bajas, medias y alta tampoco parece el método más eficiente, de hecho incluso el Gobierno se percató de esto y cambió los criterios de asignación a fin de restringir esta ayuda a los niveles de renta más bajos. Pero en este caso hubo un problema añadido... ¿dónde fueron a parar los 400 euros? se articuló un sistema por el que a cada trabajador por cuenta ajena se le retenía un porcentaje menor en la nómina, por lo que a final de mes se le veía incrementada la nómina en una cantidad mínima de la que nadie era realmente consciente.

Hasta aquí parece que las ayudas directas no han tenido los resultados que podríamos prever... pero es que las ayudas vía inversiones no le han ido a la zaga. El Plan E ha generado a lo largo y ancho de nuestro país unos carriles bici maravillosos y unas aceras relucientes. El problema es ahora que parece que los que han resultado beneficiados por estos planes han ido corriendo al concesionario de coches antes de que se acabaran las ayudas a la compra de vehículos nuevos.


¿A dónde quiero llegar con estas líneas? Lo único que pretendo transmitir es que parece que no hay un elemento de cohesión en las políticas emprendidas, fruto de una falta de visión global en lo concerniente a la política económica. El Estado debe ayudar a la maltrecha economía como el hermano mayor al hermano menor o como el padre a sus hijos, pero para ello requiere de unas bases y de unos razonamientos sólidos y que muestre a dónde quiere llegar. La última decisión ha sido reactivar unos proyectos de Obra Pública que se habían paralizado para paliar el déficit presupuestario. Estos cambios de sentido en las políticas no son la mejor señal para ayudar en un proceso de recuperación sostenido. De la misma forma tampoco creo que plegarse a las exigencias de la Unión Europea sea lo que más conviene a nuestro País. Sigo sosteniendo que una inyección de capital para aliviar la bajada en la actividad económica es lo que necesitamos, pero hay que cuidar muy mucho en qué se gasta dado que los grandes bloques económicos han puesto la lupa sobre cada decisión que tomamos... y un país como España no se puede permitir la retirada de la confianza (y del dinero) de los no residentes.


Como colofón y para revestir a este escrito de un espírito constructivo decir que del bache se sale si todos empujan hacia el mismo lado, y que lo más probable es que, aunque tengamos que asumir unos años más de desfase presupuestario, lo importante es que el dinero se emplee para elevar nuestro crecimiento potencial a largo plazo y no para pagos corrientes. Con esto quiero decir que hemos de poner en segundo plano el seguir ayudando al consumo corriente y primar la inversión en bienes que supongan cambios duraderos en el sistema productivo, intentando lentamente desplazar a la piedra y al sol el liderazgo en nuestro tejido productivo. Es un proceso arduo, costoso y sin fecha de finalización, pero está en nuestras manos marcar una fecha de inicio... ¿será hoy? lo dudo, pero soñar es gratis.

lunes, 31 de mayo de 2010

Deuda... ese mal tan necesario

Vamos, antes de nada, a establecer la premisa sobre la que basar la argumentación de este escrito: Una deuda equilibrada y con sentido es algo bueno para el crecimiento de una unidad económica, sea ésta una familia, una empresa, un municipio, una comunidad autónoma o un estado. Para argumentar esta premisa vamos a establecer un ejemplo: Imaginemos un repartidor de pan que tiene una demanda infinita (es capaz de vender todo lo que lleva cada día) que realiza sus tareas con una bicicleta. Probablemente más de un lector habrá esbozado ya una sonrisa imaginando el cajón de pan atado a la parte trasera del vehículo. Sabemos que nuestro repartidor gana diariamente 25 Euros realizando esta tarea y que no tiene ningún tipo de gasto (en este caso la sonrisa no estaría justificada, si no piensen ustedes en el estudiante que trabaja para acumular unos ahorrillos mientras son sus progenitores quienes costean todos los gastos corrientes), por lo que lo ganado sería beneficio. El beneficio acumulado en un año sería de 25EUR x 365 días = 9.125EUR

Llegado a este punto estoy convencido de que convendrán conmigo en que parecería lógico que nuestro protagonista se hiciera con un vehículo que le permitiera abarcar más clientes y mejorar su beneficio. Imaginemos que poder tener un vehículo de 10.000EUR le supondría poder ganar cada día 100EUR en lugar de los 25EUR iniciales. El inconveniente es que, si no se dispone de efectivo, se tendría que pedir un préstamo; supondremos que el vehículo financiado a cinco años tiene un coste total de 15.000EUR... ¿cómo valoraremos esta deuda? Si tomamos como referencia el primer año nuestro repartidor tendría déficit en su actividad dado que el vehículo le costaría más de lo que ingresaría, pero veamos cómo salen las cuentas a cinco años:
             Coste total préstamo = 15.000 EUR
             Ingresos totales = 100EUR x 365 días x 5 años = 182.500EUR

Así, el beneficio del endeudamiento es indiscutible en este caso: si nuestro protagonista no hubiera optado por él hubiera logrado ganar a los cinco años 25EUR x 365 días x 5 años = 45.625EUR; con la opción del endeudamiento los beneficios generado ascienden a 182.500EUR - 15.000EUR = 167.500EUR.

¿Supone este ejemplo que comprar algo con financiación ajena es siempre positivo? Para dilucidar esta cuestión vamos a plantear una simple cuestión: si nuestro repartidor hubiera utilizado el préstamo para hacer el viaje de su vida (consumo corriente) en lugar de invertirlo en algo productivo... ¿sería tan desahogada su situación económica? En absoluto... pero es un ejemplo clarificador de lo que ha sucedido en estos últimos años: se ha concedido demasiado riesgo a particulares de cara a consumo y no de cara a inversión, lo que nos ha llevado, cuando las cosas se han torcido, a la situación que hoy día todavía padecemos y que no se arreglará fácilmente.

   Hasta aquí la reflexión y espero haber despertado la materia gris con este sencillo ejemplo para que cada uno saque sus propias conclusiones.

viernes, 7 de mayo de 2010

Titulización de activos... o la caída de un castillo en el aire

“Titulización de Activos”… tres sencillas palabras que suscitaron la mayor crisis de confianza en los mercados financieros desde el período de Entreguerras que provocó el abandono del patrón oro. ¿Qué hay detrás de las titulizaciones? Para explicarlas primero hemos de introducir su génesis, y para ello hemos de comentar en primer lugar qué es un activo sin riesgo. Tradicionalmente se ha considerado como activo libre de riesgo a los empréstitos emitidos por el Estado; esto supone que, a la hora de analizar una inversión, los oferentes de fondos hayan utilizado los activos libres de riesgo para medir el retorno mínimo de la misma. Así, estos títulos han servido como referente a partir del cual un aumento en el nivel de riesgo debe de tener como contrapartida un aumento en la rentabilidad.

El problema derivado de párrafo anterior es: ¿cómo analizamos todos y cada uno de los activos del mercado y les asignamos un nivel de riesgo? Bien… uno de los pilares del perfeccionamiento de los mercados financieros en temas de crédito es el que representan las Agencias de Calificación de Riesgos, que categorizan a los emisores de deuda según la solvencia de los mismos. Así, tendríamos al Estado en la cúspide de esta pirámide de solvencia, por lo que el mercado le pide la menor de las rentabilidades a un determinado plazo; cuanto más bajamos en la pirámide más crecerá el número de entidades demandantes de fondos y más rentabilidad habrán de ofrecer a los inversores para que éstos no le den su dinero al Estado, esto último es lo que denominamos la prima de riesgo, que no es más que un diferencial de rentabilidad que me ofrece un emisor de un determinado perfil de riesgo por captar fondos a un determinado plazo.

Llegados a este punto hemos introducido dos elementos esenciales de este escrito: En el primer párrafo hemos analizado concepto de Activo sin Riesgo, mientras que en el segundo hemos presentado a las Agencias de Calificación de Riesgos y el papel que juegan en la selección de inversiones. Ahora centrémonos en una única pregunta… ¿Puede un emisor con un perfil de riesgo determinado vender deuda de un perfil menos arriesgado? La cuestión no es baladí, puesto que la teoría mostrada en los párrafos anteriores da a entender que cada demandante de fondos retribuye al oferente en función de su perfil de riesgo… lo que se pretende desgranar en este párrafo es que un emisor de deuda puede tener emisiones con un perfil de riesgo inferior al suyo propio. Un ejemplo: si cualquiera de nosotros pide un préstamo los intereses que nos cobra la entidad financiera están en proporción a nuestro perfil de riesgo. ¿Cómo mejorar este perfil? Hay diversas formas: avalistas, pignoración de activos y… garantías hipotecarias. Con todos estos instrumentos lo que hacemos es ofrecer a la entidad financiera más garantías de que recuperará el capital prestado e incluso puede hacer que baje el coste del préstamo.

Visto todo esto centrémonos en el tema de las titulizaciones. En los últimos años el insólito crecimiento en la demanda de fondos ha ido muy por delante del crecimiento en la oferta; de ahí que las entidades con ingentes carteras de préstamos crearan instrumentos financieros sofisticados por los que han vendido estos préstamos, consiguiendo una liquidez que les ha permitido responder al incremento de la demanda de fondos. Así, entendemos por “titulizar activos” a empaquetar una serie de préstamos con unas características homogéneas y venderlos al mercado. Estas titulizaciones han sido muy ventajosas para las entidades que las han realizado dado que les ha otorgado financiación con un coste muy por debajo del que hubieran obtenido pidiendo el dinero prestado directamente… ¿la razón? Cada titulización está respaldada por más préstamos de los que realmente serían necesarios, por lo que aunque una pequeña proporción de ellos resultaran impagados, el tenedor de estos títulos no tendría dificultades en recuperar el capital invertido. El problema que ha surgido es que la subida de la morosidad, de los impagos, ha sido tal que ha comenzado a afectar a las titulizaciones… y el tenedor de estos títulos ya no está tan seguro de cobrar el importe que invirtió.

Todo esto nos lleva a la actual crisis de confianza en los mercados. ¿Por qué se ha generado? Sencillamente porque se ha infravalorado el riesgo de las titulizaciones… ¿ya está? ¿una línea para responder a algo que lleva meses pesando en el mercado? ¿Por qué tanto estruendo entonces? Bien… quizás el hecho de que pongamos cifras a esto puede arrojar algo de luz al respecto. Sólo en España en 2007 se realizaron titulizaciones por importe de 142.826 millones de Euros. Si sobre esta cantidad, que es equivalente al presupuesto del Estado en 2007, de repente alguien nos dice que no he valorado bien el perfil de riesgo… implícitamente nos están diciendo que por un activo del que yo cobro una rentabilidad determinada debiera de haber pedido cobrar más, por lo que llegamos a una depreciación de unos títulos que nadie quiere tener en cartera y que todos quieren vender, retroalimentando la bajada de valor de los mismos y provocando agujeros de millardos de Euros en las mayores entidades financieras del Planeta, siendo el caso de Citigroup el más sonoro al dejar de ser la mayor entidad financiera del sistema bancario occidental por provisiones de 10 millardos de Euros.

Todo esto nos ha llevado al punto en el que nos encontramos y que ha puesto en el sector financiero todas las miras y las voces para que se regule su actividad... pero de eso hablaremos en otra ocasión. Mientras tanto espero que opinéis al respecto.

domingo, 2 de mayo de 2010

La Dieta y la Reunificación de Deudas.

Las reunificadoras de deudas son como las dietas: son requisito necesario pero no suficiente para lograr algo que todos ansiamos; tomar el control de nosotros mismos. En el ejemplo de la dieta queremos controlar nuestro peso, mientras que en una reunificación de deudas queremos tomar el control de nuestras finanzas.

¿Por qué hablar de este tema? Porque en la situación actual de crisis (de buen seguro que esta palabra le está comiendo terreno a la palabra sexo en los buscadores de la Red) hay un buen número de familias que tiemblan al ver caer una hoja del calendario por la de gastos mensuales que tienen que afrontar y que, dado el panorama de precariedad laboral que nos envuelve en estos momentos, hace que cualquier gasto extraordinario devenga en un problema serio para la convivencia marital.

Este ha sido el caldo de cultivo para la génesis de innumerables empresas de reunificación de deudas que tienen por objeto el adelgazar la factura financiera mensual de la unidad familiar. ¿Cómo lograrlo? Básicamente transformando toda clase de préstamos al consumo en préstamos hipotecarios y ahorrando a sus clientes el diferencial de tipos de interés que hay entre unos y otros.

Un esquema sencillo y unos resultados excelentes... a corto plazo. Pero podemos identificar aquí otro paralelismo con una dieta: en cuanto se deja la dieta, si no se ha hecho nada más, se pierde todo lo ganado. En cuanto a las deudas esto supone que, si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, más pronto que tarde volveremos a tener problemas financieros. ¿Por qué? básicamente porque nos resistimos a cambiar nuestros hábitos de vida aunque nuestras proyecciones económicas no sean tan boyantes como eran hace unos años. Para no caer en una espiral financiera deficitaria es importante establecer como principio sine qua non que debe haber una correlación entre los ingresos y los gastos.

¿Qué queremos decir con lo de la correlación entre ingresos y gastos? Básicamente que debe imperar una sincronía entre el dinero que entra y el que sale. Permítanme un ejemplo para después extraer conclusiones: consideremos una unidad familiar que tiene entre sus gastos ordinarios (entre otros) partidas que van desde lo más rutinario hasta la compra que sólo se hace una vez en la vida; a continuación examinaremos los siguientes conceptos:

  1. Compra de comida: sabemos que la manutención comporta un gasto predecible mes tras mes por lo que la lógica nos dice que podríamos pagar este epígrafe al contado o, como mucho, con una tarjeta de crédito que nos permitiera aplazar hasta el inicio del mes siguiente la compra sin ningún cargo adicional. Con esto lo que estaríamos haciendo es sincronizar el pago de este concepto con el ingreso de la nómina.

  2. Préstamo viaje: Si la familia hace un viaje anual, parece sensato que los costes asociados al mismo se paguen, como mucho, en doce mensualidades.

  3. Préstamo coche: Aquí la vida útil del vehículo va a depender del uso que se le dé, así que la única recomendación es que el préstamo asociado a ese activo esté en línea a su vida útil.

  4. Hipoteca de la vivienda:  Bueno, lo cierto es que hoy día éste parece ser el gasto más importante de una familia y, arguyendo a los mismos principios expuestos en los párrafos anteriores, no parece irracional tener la intención hacer frente a los pagos de una vivienda por períodos muy dilatados en el tiempo, no siendo complicado hallar en el mercado mecanismos de financiación a 30 ó 40 años.
Bien, ya tenemos todas las piezas sobre el tablero. Vamos a comenzar a extraer conclusiones: Una refinanciación de deudas es totalmente recomendable para alguien que tiene todos estos pagos pero que no llega a final de mes porque ha tenido un imprevisto como pueden ser unos gastos extraordinarios no contemplados y difícilmente repetibles o, incluso, la pérdida de empleo. En estos casos no debiera de haber efectos indeseados a medio y largo plazo.

Así pues, el objeto de todo este análisis se debe centrar en aquellas unidades familiares que han estado utilizando ingresos extraordinarios para financiar gastos ordinarios. ¿Cómo puede ser suceder eso? Lamentáblemente es más fácil de lo deseado: podemos querer mantener un vehículo demasiado caro, viajar a sitios exóticos con demasiada frecuencia, visitar restaurantes con reputación con demasiada asiduidad, etc.  El problema viene cuando los ingresos extraordinarios desaparecen: en estas circunstancias normalmente hay una resistencia a rebajar nuestro estado social, lo que nos lleva a seguir comprando o manteniendo nuestro coche caro, mantener nuestra planificación de viajes y seguir con un tren de vida en la creencia de que los ingresos extraordinarios volverán. En cuestión de, a lo sumo, un par de años nos encontraremos ahogados con las facturas de nuestros préstamos personales y los pagos aplazados de nuestras tarjetas de crédito.

En estos casos del mantenimiento de un tren de vida que es una ilusión la refinanciación puede ser peligrosa si persiste la resistencia a rebajar nuestro estilo de vida. Podríamos pensar que reunificar los préstamos personales y las cuotas de tarjetas en nuestro préstamo hipotecario es la panacea, pero nada más alejado de la realidad. ¿Hemos olvidado que el principio que nos debía guiar es la correlación entre ingresos y gastos? Cancelar el préstamo del coche y meterlo en la hipoteca supone que estaremos pagando nuestro coche en cómodas cuotas durante... ¿treinta años? No parece muy racional hacerlo así, sobre todo porque seguramente ese coche en diez años probablemente ya no lo tendremos y sí tendremos la necesidad de comprarnos otro. El ejemplo es incluso más extremo con el caso de las tarjetas de crédito, dado que normalmente son bienes de consumo que necesitan reponerse en un plazo más corto, por lo que pagarlos en el plazo de una hipoteca es pagar un alto precio a largo plazo.

Como corolario a todo lo expuesto tener presente que una reunificación de deudas es un arma muy potente que debe ser muy bien utilizada. Hemos comenzado el escrito haciendo la analogía entre Reunificación de Deudas y las Dietas y así acabaremos: Al igual que en una dieta no basta con privarse de todo en el corto plazo, si no que es necesario cambiar los hábitos a fin de no caer en el mismo error en el futuro, en la reunificación de deudas es importante mantener en mente que la sincronía entre ingresos y gastos es algo que no debe romperse a la ligera.

miércoles, 28 de abril de 2010

La transformación del Sistema Financiero Español (y van...)

Mucho ha llovido desde que las grandes fusiones bancarias nacionales coparan los titulares de la prensa. De hecho, fue en 1999 cuando la última de estas fusiones se fraguó y creó el Banco Santander Central Hispano. Desde entonces los movimientos de concentración se han continuado dando aunque los titulares han sido mucho más comedidos. Llama la atención en estos últimos veinte años que los bancos pequeños no han podido resistir los movimientos de concentración y han sido absorbidos por otros Bancos y Cajas, amén de las fusiones regionales que han soportado estas últimas.

Las Cajas... ese oscuro objeto de deseo. Lo que se va a plantear en los siguientes párrafos es la idea que me corroe por dentro de que se está gestando el final de las mismas tal y como las conocemos. El punto de partida de esta aseveración es el siguiente: las Cajas son un elemento dinamizador de la economía de una región.

Elemento dinamizador... bonito eufemismo para decir que son vehículos económicos poderosos que, vía la Obra Social, destinan recursos a actividades que pueden aportar mucho rédito no ya a la propia Matriz, si no a las corporaciones locales y autonómicas en donde prestan los servicios. De hecho, en estos últimos años las Cajas han aparcado su carácter de fundaciones sin ánimo de lucro mercantil y se han dejado deslumbrar por los crecimientos experimentados por el sector bancario, borrando las fronteras autonómicas en donde tradicionalmente se circunscribía su actividad y extendiendo su red de oficinas más allá de su territorio natural.

Los años dorados del sector financiero acabaron con la crisis de 2008, en donde se puso de relieve que todo crecimiento contra natura tiene un precio. Todo el sector se apuntó a crecer a cualquier precio. Por desgracia el sector en estos momentos, salvo honrosas excepciones, ya no lucha por crecer... si no por no desaparecer. Trágico final para un ágape del que todos hemos participado sin pensar que no tendríamos para pagar la cuenta.

Llegamos al meollo de la cuestión: si estos elementos dinamizadores que son las Cajas resulta que más que aportar son un lastre para su comunidad lo más lógico sería deshacerse del lastre. Ello nos conduce a una espiral de fusiones, ya sean virtuales o reales, que pueden tomar dos vías:

  1. Intraregionales: Vemos que las corporaciones autonómicas son proclives a unir Cajas del mismo territorio. Esta solución aseguraría el control de la Asamblea de la entidad resultante a cambio de un alto coste social derivado del solapamiento de mercados.

  2. Interregionales: Este segundo modelo opta por esquemas de colaboración a distintos niveles sin renunciar a la identidad regional de sus componentes.
Ambos modelos tienen sus pros y contras, aunque desde el punto de vista económico parece que el segundo podría resultar más eficiente. Pero lo que realmente llama la atención es la actitud de los dirigentes de las entidades afectadas por alguno de estos procesos, que són más de la mitad de las Cajas que configuran el panorama actual. El sometimiento a las directrices del regulador sobre los movimientos de concentración nos hace pensar que, o hay demasiados bultos bajo la alfombra y es preferible que no miren debajo, o bien esta pérdida de autonomía está asumida y se ha compensado la pérdida de poder con la retención de puestos de responsabilidad en el entramado de empresas participadas que todas las entidades han creado y que son, de facto, corporaciones.

Hasta aquí la disertación... lanzando una pregunta al aire: ¿creen que la actitud de sometimiento responde a una estrategia de perder poder de decisión en las Cajas a cambio de mantener los sillones en las empresas que conforman la corporación? Espero aportaciones al respecto. 
  

lunes, 19 de abril de 2010

Una más sobre la crisis financiera...

Los siglos se suceden y la Humanidad ha hecho grandes avances en todos los campos: Manejamos el entorno a nuestro antojo; la esperanza de vida aumenta a pasos agigantados en los países desarrollados... y cada vez dejamos más de lado nuestra naturaleza humana. Esto último quizás haya roto los esquemas al no seguir con la línea de avances señalados pero, amigos en esta nube de bytes, con esta entrada se inagura un espacio en el que se espera no ofender a nadie porque el primer ofendido sería quien subscribe estas palabras. Se pretende con estas líneas socavar los pilares de lo que parece inamovible y hacer tambalear lo que damos por hecho sencillamente porque no nos hemos parado un momento a pensar si lo que ha estado ahí siempre realmente tiene un sentido.

En este caso vamos a intentar centrar el tema en los problemas que se han instaurado en nuestra sociedad... y que de una forma tan brutal se ha puesto a prueba en los últimos años con la crisis que todavía se respira en el ambiente y que quema los pulmones como la ceniza del volcán Eyjafjallajokul (quien inventó esto del copiar y pegar se merece un premio Nobel).

El caso español bien merece ser estudiado: Mucho se ha hablado, de multitud de fuentes y con críticas que, en algunos casos, han sido despiadadas. Lo cierto es no creo que la cadena de despropósitos que ha llevado a la economía española a ser el farolillo rojo de las potencias de la Eurozona comenzara, como parece reinar en el ambiente, con la negación de una desaceleración del crecimiento que derivó en una severa contracción de la actividad económica. Más bien creo que pagamos en estos momentos la factura de un crecimiento desmedido en los sectores de la construcción y financiero... ¿son plausibles los crecimientos anuales superiores al 10% acumulativos experimentados en la última década? Quizás esta pregunta podría responderla cualquier gerente de una PYME en un país en el que el estas empresas representan el 99'86% del total de empresas censadas (según el Retrato de las PYME 2009, Subdirección General de Fomento Empresarial). Estas tasas de crecimiento son más propias de sectores de nuevas tecnologías que de los señalados anteriormente.

Llama la atención sobre todo los crecimientos del sector financiero por dos razones: España es uno de los países con el índice de bancarización más alto del mundo (96%, si quieren establecer una comparación únicamente señalar que, en algunos países latinoamericanos, el mismo índice no supera el 20%). Ésto nos lleva a pensar que el crecimiento nacional (espero que nadie se ofusque por el uso del término nación) de las entidades financieras debiera poder explicarse por tres variables: crecimiento demográfico, concentración sectorial  y mejora tecnológica. Respecto al crecimiento demográfico cabe decir que, en la última década, el crecimiento anualizado ha sido inferior al 3%... así que tenemos una parte importante del 10% de crecimiento acumulado que debemos explicar por los otros dos factores señalados pero, ups, vemos que la última concentración importante a nivel nacional fue la fusión del Banco de Santander con el Banco Central Hispano, que podemos fechar en 1999. Así pues debemos creer que el peso del crecimiento tampoco ha sido decisivo y eso nos deja como factor determinante la mejora tecnológica.

Bien, hasta aquí parece que las cifras podrían explicar el crecimiento del sector financiero en nuestro país... ahora bien, queda un aspecto por someter a consideración y no es un tema baladí: a mi juicio no llama tanto la atención el crecimiento del sector como la escasa disparidad intrasectorial en las cifras en el período de bonanza que antecedió a la crisis. ¿Es posible que todas las entidades pudieran mantener tasas de crecimiento sostenidas? Difícil de creer... aunque éste es el principio del hilo que ha deshecho la madeja y ha dejado a España en una situación de extrema vulnerabilidad frente a nuestros homólogos. Todo el mundo ha querido participar del crecimiento de los últimos años y la política presupuestaria impuesta por las entidades no ha introducido lo que los catalanes denominan seny, un término que se podría circunscribir al sentido común, aunque la acepción va más allá (ya saben los lectores que los catalanes somos famosos por nuestra cicatería y por internacionalizar aquello de que el Barça es més que un Club) y  supone establecer cordura, cordura que ha desaparecido en la política presupuestaria de entidades financieras que se han lanzado a crecer a cualquier precio, obviando los desequilibrios que pudieran derivarse y que se minimizaron durante años por una coyuntura de empleo y de tipos de interés favorables (como nota para el lector, y según el Banco de España, el tipo hipotecario en 1990 estaba en el 15%, mientras podemos encontrarlo en la actualidad en torno al 2%). Estos factores han provocado que el sector bancario haya asumido unos crecimientos en su cartera de activos que no han sido acompañados por los crecimientos de sus pasivos de clientes, y éste ha sido el verdadero talón de Aquiles de las entidades españolas y que han llevado a algunas de ellas a problemas de liquidez al poner en manos de la financiación mayorista internacional una parte importante del crecimiento del balance, problemas que se pusieron encima de la mesa tras la caída de Lehman Brothers en 2008 y el cierre hermético de los mercados mayoristas, situación que llevó a las entidades a nivel mundial a no poder financiar el crédito otorgado y que obligó a las distintas potencias económicas a coordinar e instrumentar políticas a nivel mundial que, con la perspectiva que nos da el tiempo, se nos antojan ahora certeras.

Muchas opiniones se han vertido sobre cada uno de los aspectos señalados en estos párrafos, espero poder contar con vuestro punto de vista a fin de poder entrelazar más entradas que sirvan como elemento cohesionador de una pluralidad de puntos de vista que pueda enriquecernos.