domingo, 2 de mayo de 2010

La Dieta y la Reunificación de Deudas.

Las reunificadoras de deudas son como las dietas: son requisito necesario pero no suficiente para lograr algo que todos ansiamos; tomar el control de nosotros mismos. En el ejemplo de la dieta queremos controlar nuestro peso, mientras que en una reunificación de deudas queremos tomar el control de nuestras finanzas.

¿Por qué hablar de este tema? Porque en la situación actual de crisis (de buen seguro que esta palabra le está comiendo terreno a la palabra sexo en los buscadores de la Red) hay un buen número de familias que tiemblan al ver caer una hoja del calendario por la de gastos mensuales que tienen que afrontar y que, dado el panorama de precariedad laboral que nos envuelve en estos momentos, hace que cualquier gasto extraordinario devenga en un problema serio para la convivencia marital.

Este ha sido el caldo de cultivo para la génesis de innumerables empresas de reunificación de deudas que tienen por objeto el adelgazar la factura financiera mensual de la unidad familiar. ¿Cómo lograrlo? Básicamente transformando toda clase de préstamos al consumo en préstamos hipotecarios y ahorrando a sus clientes el diferencial de tipos de interés que hay entre unos y otros.

Un esquema sencillo y unos resultados excelentes... a corto plazo. Pero podemos identificar aquí otro paralelismo con una dieta: en cuanto se deja la dieta, si no se ha hecho nada más, se pierde todo lo ganado. En cuanto a las deudas esto supone que, si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, más pronto que tarde volveremos a tener problemas financieros. ¿Por qué? básicamente porque nos resistimos a cambiar nuestros hábitos de vida aunque nuestras proyecciones económicas no sean tan boyantes como eran hace unos años. Para no caer en una espiral financiera deficitaria es importante establecer como principio sine qua non que debe haber una correlación entre los ingresos y los gastos.

¿Qué queremos decir con lo de la correlación entre ingresos y gastos? Básicamente que debe imperar una sincronía entre el dinero que entra y el que sale. Permítanme un ejemplo para después extraer conclusiones: consideremos una unidad familiar que tiene entre sus gastos ordinarios (entre otros) partidas que van desde lo más rutinario hasta la compra que sólo se hace una vez en la vida; a continuación examinaremos los siguientes conceptos:

  1. Compra de comida: sabemos que la manutención comporta un gasto predecible mes tras mes por lo que la lógica nos dice que podríamos pagar este epígrafe al contado o, como mucho, con una tarjeta de crédito que nos permitiera aplazar hasta el inicio del mes siguiente la compra sin ningún cargo adicional. Con esto lo que estaríamos haciendo es sincronizar el pago de este concepto con el ingreso de la nómina.

  2. Préstamo viaje: Si la familia hace un viaje anual, parece sensato que los costes asociados al mismo se paguen, como mucho, en doce mensualidades.

  3. Préstamo coche: Aquí la vida útil del vehículo va a depender del uso que se le dé, así que la única recomendación es que el préstamo asociado a ese activo esté en línea a su vida útil.

  4. Hipoteca de la vivienda:  Bueno, lo cierto es que hoy día éste parece ser el gasto más importante de una familia y, arguyendo a los mismos principios expuestos en los párrafos anteriores, no parece irracional tener la intención hacer frente a los pagos de una vivienda por períodos muy dilatados en el tiempo, no siendo complicado hallar en el mercado mecanismos de financiación a 30 ó 40 años.
Bien, ya tenemos todas las piezas sobre el tablero. Vamos a comenzar a extraer conclusiones: Una refinanciación de deudas es totalmente recomendable para alguien que tiene todos estos pagos pero que no llega a final de mes porque ha tenido un imprevisto como pueden ser unos gastos extraordinarios no contemplados y difícilmente repetibles o, incluso, la pérdida de empleo. En estos casos no debiera de haber efectos indeseados a medio y largo plazo.

Así pues, el objeto de todo este análisis se debe centrar en aquellas unidades familiares que han estado utilizando ingresos extraordinarios para financiar gastos ordinarios. ¿Cómo puede ser suceder eso? Lamentáblemente es más fácil de lo deseado: podemos querer mantener un vehículo demasiado caro, viajar a sitios exóticos con demasiada frecuencia, visitar restaurantes con reputación con demasiada asiduidad, etc.  El problema viene cuando los ingresos extraordinarios desaparecen: en estas circunstancias normalmente hay una resistencia a rebajar nuestro estado social, lo que nos lleva a seguir comprando o manteniendo nuestro coche caro, mantener nuestra planificación de viajes y seguir con un tren de vida en la creencia de que los ingresos extraordinarios volverán. En cuestión de, a lo sumo, un par de años nos encontraremos ahogados con las facturas de nuestros préstamos personales y los pagos aplazados de nuestras tarjetas de crédito.

En estos casos del mantenimiento de un tren de vida que es una ilusión la refinanciación puede ser peligrosa si persiste la resistencia a rebajar nuestro estilo de vida. Podríamos pensar que reunificar los préstamos personales y las cuotas de tarjetas en nuestro préstamo hipotecario es la panacea, pero nada más alejado de la realidad. ¿Hemos olvidado que el principio que nos debía guiar es la correlación entre ingresos y gastos? Cancelar el préstamo del coche y meterlo en la hipoteca supone que estaremos pagando nuestro coche en cómodas cuotas durante... ¿treinta años? No parece muy racional hacerlo así, sobre todo porque seguramente ese coche en diez años probablemente ya no lo tendremos y sí tendremos la necesidad de comprarnos otro. El ejemplo es incluso más extremo con el caso de las tarjetas de crédito, dado que normalmente son bienes de consumo que necesitan reponerse en un plazo más corto, por lo que pagarlos en el plazo de una hipoteca es pagar un alto precio a largo plazo.

Como corolario a todo lo expuesto tener presente que una reunificación de deudas es un arma muy potente que debe ser muy bien utilizada. Hemos comenzado el escrito haciendo la analogía entre Reunificación de Deudas y las Dietas y así acabaremos: Al igual que en una dieta no basta con privarse de todo en el corto plazo, si no que es necesario cambiar los hábitos a fin de no caer en el mismo error en el futuro, en la reunificación de deudas es importante mantener en mente que la sincronía entre ingresos y gastos es algo que no debe romperse a la ligera.

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