lunes, 31 de mayo de 2010

Deuda... ese mal tan necesario

Vamos, antes de nada, a establecer la premisa sobre la que basar la argumentación de este escrito: Una deuda equilibrada y con sentido es algo bueno para el crecimiento de una unidad económica, sea ésta una familia, una empresa, un municipio, una comunidad autónoma o un estado. Para argumentar esta premisa vamos a establecer un ejemplo: Imaginemos un repartidor de pan que tiene una demanda infinita (es capaz de vender todo lo que lleva cada día) que realiza sus tareas con una bicicleta. Probablemente más de un lector habrá esbozado ya una sonrisa imaginando el cajón de pan atado a la parte trasera del vehículo. Sabemos que nuestro repartidor gana diariamente 25 Euros realizando esta tarea y que no tiene ningún tipo de gasto (en este caso la sonrisa no estaría justificada, si no piensen ustedes en el estudiante que trabaja para acumular unos ahorrillos mientras son sus progenitores quienes costean todos los gastos corrientes), por lo que lo ganado sería beneficio. El beneficio acumulado en un año sería de 25EUR x 365 días = 9.125EUR

Llegado a este punto estoy convencido de que convendrán conmigo en que parecería lógico que nuestro protagonista se hiciera con un vehículo que le permitiera abarcar más clientes y mejorar su beneficio. Imaginemos que poder tener un vehículo de 10.000EUR le supondría poder ganar cada día 100EUR en lugar de los 25EUR iniciales. El inconveniente es que, si no se dispone de efectivo, se tendría que pedir un préstamo; supondremos que el vehículo financiado a cinco años tiene un coste total de 15.000EUR... ¿cómo valoraremos esta deuda? Si tomamos como referencia el primer año nuestro repartidor tendría déficit en su actividad dado que el vehículo le costaría más de lo que ingresaría, pero veamos cómo salen las cuentas a cinco años:
             Coste total préstamo = 15.000 EUR
             Ingresos totales = 100EUR x 365 días x 5 años = 182.500EUR

Así, el beneficio del endeudamiento es indiscutible en este caso: si nuestro protagonista no hubiera optado por él hubiera logrado ganar a los cinco años 25EUR x 365 días x 5 años = 45.625EUR; con la opción del endeudamiento los beneficios generado ascienden a 182.500EUR - 15.000EUR = 167.500EUR.

¿Supone este ejemplo que comprar algo con financiación ajena es siempre positivo? Para dilucidar esta cuestión vamos a plantear una simple cuestión: si nuestro repartidor hubiera utilizado el préstamo para hacer el viaje de su vida (consumo corriente) en lugar de invertirlo en algo productivo... ¿sería tan desahogada su situación económica? En absoluto... pero es un ejemplo clarificador de lo que ha sucedido en estos últimos años: se ha concedido demasiado riesgo a particulares de cara a consumo y no de cara a inversión, lo que nos ha llevado, cuando las cosas se han torcido, a la situación que hoy día todavía padecemos y que no se arreglará fácilmente.

   Hasta aquí la reflexión y espero haber despertado la materia gris con este sencillo ejemplo para que cada uno saque sus propias conclusiones.

viernes, 7 de mayo de 2010

Titulización de activos... o la caída de un castillo en el aire

“Titulización de Activos”… tres sencillas palabras que suscitaron la mayor crisis de confianza en los mercados financieros desde el período de Entreguerras que provocó el abandono del patrón oro. ¿Qué hay detrás de las titulizaciones? Para explicarlas primero hemos de introducir su génesis, y para ello hemos de comentar en primer lugar qué es un activo sin riesgo. Tradicionalmente se ha considerado como activo libre de riesgo a los empréstitos emitidos por el Estado; esto supone que, a la hora de analizar una inversión, los oferentes de fondos hayan utilizado los activos libres de riesgo para medir el retorno mínimo de la misma. Así, estos títulos han servido como referente a partir del cual un aumento en el nivel de riesgo debe de tener como contrapartida un aumento en la rentabilidad.

El problema derivado de párrafo anterior es: ¿cómo analizamos todos y cada uno de los activos del mercado y les asignamos un nivel de riesgo? Bien… uno de los pilares del perfeccionamiento de los mercados financieros en temas de crédito es el que representan las Agencias de Calificación de Riesgos, que categorizan a los emisores de deuda según la solvencia de los mismos. Así, tendríamos al Estado en la cúspide de esta pirámide de solvencia, por lo que el mercado le pide la menor de las rentabilidades a un determinado plazo; cuanto más bajamos en la pirámide más crecerá el número de entidades demandantes de fondos y más rentabilidad habrán de ofrecer a los inversores para que éstos no le den su dinero al Estado, esto último es lo que denominamos la prima de riesgo, que no es más que un diferencial de rentabilidad que me ofrece un emisor de un determinado perfil de riesgo por captar fondos a un determinado plazo.

Llegados a este punto hemos introducido dos elementos esenciales de este escrito: En el primer párrafo hemos analizado concepto de Activo sin Riesgo, mientras que en el segundo hemos presentado a las Agencias de Calificación de Riesgos y el papel que juegan en la selección de inversiones. Ahora centrémonos en una única pregunta… ¿Puede un emisor con un perfil de riesgo determinado vender deuda de un perfil menos arriesgado? La cuestión no es baladí, puesto que la teoría mostrada en los párrafos anteriores da a entender que cada demandante de fondos retribuye al oferente en función de su perfil de riesgo… lo que se pretende desgranar en este párrafo es que un emisor de deuda puede tener emisiones con un perfil de riesgo inferior al suyo propio. Un ejemplo: si cualquiera de nosotros pide un préstamo los intereses que nos cobra la entidad financiera están en proporción a nuestro perfil de riesgo. ¿Cómo mejorar este perfil? Hay diversas formas: avalistas, pignoración de activos y… garantías hipotecarias. Con todos estos instrumentos lo que hacemos es ofrecer a la entidad financiera más garantías de que recuperará el capital prestado e incluso puede hacer que baje el coste del préstamo.

Visto todo esto centrémonos en el tema de las titulizaciones. En los últimos años el insólito crecimiento en la demanda de fondos ha ido muy por delante del crecimiento en la oferta; de ahí que las entidades con ingentes carteras de préstamos crearan instrumentos financieros sofisticados por los que han vendido estos préstamos, consiguiendo una liquidez que les ha permitido responder al incremento de la demanda de fondos. Así, entendemos por “titulizar activos” a empaquetar una serie de préstamos con unas características homogéneas y venderlos al mercado. Estas titulizaciones han sido muy ventajosas para las entidades que las han realizado dado que les ha otorgado financiación con un coste muy por debajo del que hubieran obtenido pidiendo el dinero prestado directamente… ¿la razón? Cada titulización está respaldada por más préstamos de los que realmente serían necesarios, por lo que aunque una pequeña proporción de ellos resultaran impagados, el tenedor de estos títulos no tendría dificultades en recuperar el capital invertido. El problema que ha surgido es que la subida de la morosidad, de los impagos, ha sido tal que ha comenzado a afectar a las titulizaciones… y el tenedor de estos títulos ya no está tan seguro de cobrar el importe que invirtió.

Todo esto nos lleva a la actual crisis de confianza en los mercados. ¿Por qué se ha generado? Sencillamente porque se ha infravalorado el riesgo de las titulizaciones… ¿ya está? ¿una línea para responder a algo que lleva meses pesando en el mercado? ¿Por qué tanto estruendo entonces? Bien… quizás el hecho de que pongamos cifras a esto puede arrojar algo de luz al respecto. Sólo en España en 2007 se realizaron titulizaciones por importe de 142.826 millones de Euros. Si sobre esta cantidad, que es equivalente al presupuesto del Estado en 2007, de repente alguien nos dice que no he valorado bien el perfil de riesgo… implícitamente nos están diciendo que por un activo del que yo cobro una rentabilidad determinada debiera de haber pedido cobrar más, por lo que llegamos a una depreciación de unos títulos que nadie quiere tener en cartera y que todos quieren vender, retroalimentando la bajada de valor de los mismos y provocando agujeros de millardos de Euros en las mayores entidades financieras del Planeta, siendo el caso de Citigroup el más sonoro al dejar de ser la mayor entidad financiera del sistema bancario occidental por provisiones de 10 millardos de Euros.

Todo esto nos ha llevado al punto en el que nos encontramos y que ha puesto en el sector financiero todas las miras y las voces para que se regule su actividad... pero de eso hablaremos en otra ocasión. Mientras tanto espero que opinéis al respecto.

domingo, 2 de mayo de 2010

La Dieta y la Reunificación de Deudas.

Las reunificadoras de deudas son como las dietas: son requisito necesario pero no suficiente para lograr algo que todos ansiamos; tomar el control de nosotros mismos. En el ejemplo de la dieta queremos controlar nuestro peso, mientras que en una reunificación de deudas queremos tomar el control de nuestras finanzas.

¿Por qué hablar de este tema? Porque en la situación actual de crisis (de buen seguro que esta palabra le está comiendo terreno a la palabra sexo en los buscadores de la Red) hay un buen número de familias que tiemblan al ver caer una hoja del calendario por la de gastos mensuales que tienen que afrontar y que, dado el panorama de precariedad laboral que nos envuelve en estos momentos, hace que cualquier gasto extraordinario devenga en un problema serio para la convivencia marital.

Este ha sido el caldo de cultivo para la génesis de innumerables empresas de reunificación de deudas que tienen por objeto el adelgazar la factura financiera mensual de la unidad familiar. ¿Cómo lograrlo? Básicamente transformando toda clase de préstamos al consumo en préstamos hipotecarios y ahorrando a sus clientes el diferencial de tipos de interés que hay entre unos y otros.

Un esquema sencillo y unos resultados excelentes... a corto plazo. Pero podemos identificar aquí otro paralelismo con una dieta: en cuanto se deja la dieta, si no se ha hecho nada más, se pierde todo lo ganado. En cuanto a las deudas esto supone que, si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, más pronto que tarde volveremos a tener problemas financieros. ¿Por qué? básicamente porque nos resistimos a cambiar nuestros hábitos de vida aunque nuestras proyecciones económicas no sean tan boyantes como eran hace unos años. Para no caer en una espiral financiera deficitaria es importante establecer como principio sine qua non que debe haber una correlación entre los ingresos y los gastos.

¿Qué queremos decir con lo de la correlación entre ingresos y gastos? Básicamente que debe imperar una sincronía entre el dinero que entra y el que sale. Permítanme un ejemplo para después extraer conclusiones: consideremos una unidad familiar que tiene entre sus gastos ordinarios (entre otros) partidas que van desde lo más rutinario hasta la compra que sólo se hace una vez en la vida; a continuación examinaremos los siguientes conceptos:

  1. Compra de comida: sabemos que la manutención comporta un gasto predecible mes tras mes por lo que la lógica nos dice que podríamos pagar este epígrafe al contado o, como mucho, con una tarjeta de crédito que nos permitiera aplazar hasta el inicio del mes siguiente la compra sin ningún cargo adicional. Con esto lo que estaríamos haciendo es sincronizar el pago de este concepto con el ingreso de la nómina.

  2. Préstamo viaje: Si la familia hace un viaje anual, parece sensato que los costes asociados al mismo se paguen, como mucho, en doce mensualidades.

  3. Préstamo coche: Aquí la vida útil del vehículo va a depender del uso que se le dé, así que la única recomendación es que el préstamo asociado a ese activo esté en línea a su vida útil.

  4. Hipoteca de la vivienda:  Bueno, lo cierto es que hoy día éste parece ser el gasto más importante de una familia y, arguyendo a los mismos principios expuestos en los párrafos anteriores, no parece irracional tener la intención hacer frente a los pagos de una vivienda por períodos muy dilatados en el tiempo, no siendo complicado hallar en el mercado mecanismos de financiación a 30 ó 40 años.
Bien, ya tenemos todas las piezas sobre el tablero. Vamos a comenzar a extraer conclusiones: Una refinanciación de deudas es totalmente recomendable para alguien que tiene todos estos pagos pero que no llega a final de mes porque ha tenido un imprevisto como pueden ser unos gastos extraordinarios no contemplados y difícilmente repetibles o, incluso, la pérdida de empleo. En estos casos no debiera de haber efectos indeseados a medio y largo plazo.

Así pues, el objeto de todo este análisis se debe centrar en aquellas unidades familiares que han estado utilizando ingresos extraordinarios para financiar gastos ordinarios. ¿Cómo puede ser suceder eso? Lamentáblemente es más fácil de lo deseado: podemos querer mantener un vehículo demasiado caro, viajar a sitios exóticos con demasiada frecuencia, visitar restaurantes con reputación con demasiada asiduidad, etc.  El problema viene cuando los ingresos extraordinarios desaparecen: en estas circunstancias normalmente hay una resistencia a rebajar nuestro estado social, lo que nos lleva a seguir comprando o manteniendo nuestro coche caro, mantener nuestra planificación de viajes y seguir con un tren de vida en la creencia de que los ingresos extraordinarios volverán. En cuestión de, a lo sumo, un par de años nos encontraremos ahogados con las facturas de nuestros préstamos personales y los pagos aplazados de nuestras tarjetas de crédito.

En estos casos del mantenimiento de un tren de vida que es una ilusión la refinanciación puede ser peligrosa si persiste la resistencia a rebajar nuestro estilo de vida. Podríamos pensar que reunificar los préstamos personales y las cuotas de tarjetas en nuestro préstamo hipotecario es la panacea, pero nada más alejado de la realidad. ¿Hemos olvidado que el principio que nos debía guiar es la correlación entre ingresos y gastos? Cancelar el préstamo del coche y meterlo en la hipoteca supone que estaremos pagando nuestro coche en cómodas cuotas durante... ¿treinta años? No parece muy racional hacerlo así, sobre todo porque seguramente ese coche en diez años probablemente ya no lo tendremos y sí tendremos la necesidad de comprarnos otro. El ejemplo es incluso más extremo con el caso de las tarjetas de crédito, dado que normalmente son bienes de consumo que necesitan reponerse en un plazo más corto, por lo que pagarlos en el plazo de una hipoteca es pagar un alto precio a largo plazo.

Como corolario a todo lo expuesto tener presente que una reunificación de deudas es un arma muy potente que debe ser muy bien utilizada. Hemos comenzado el escrito haciendo la analogía entre Reunificación de Deudas y las Dietas y así acabaremos: Al igual que en una dieta no basta con privarse de todo en el corto plazo, si no que es necesario cambiar los hábitos a fin de no caer en el mismo error en el futuro, en la reunificación de deudas es importante mantener en mente que la sincronía entre ingresos y gastos es algo que no debe romperse a la ligera.